¿No será que aquello a lo que llamamos arriesgarnos es, en el fondo, nuestra felicidad temida? Reírse es arriesgarse a parecer tonto. Llorar es arriesgarse a parecer sentimental. Alargar el brazo para coger a otro es arriesgarse a implicarse. Mostrar lo sentimiento propios es arriesgarse a mostrase uno mismo. Exponer tus ideas o sueños ante una multitud es arriesgarte a perderlos. Amar es arriesgarse a no ser correspondido. Vivir es arriesgarse a morir. Tener esperanzar es arriesgarse a perderlas. Pero se tiene que correr riesgos. Porque el mayor peligro en la vida es no arriesgar nada. Si no haces nada, si no arriesgas nada, tu existencia se oscurece. Es probable que de este modo evites sufrimientos, pero no vas a aprender, a sentir, a cambiar, a amar ni a vivir. Encadenado a una actitud de miedo, uno se convierte en esclavo… y pierde su libertad. Solo eres libre si te arriesgas.
Autor: Laura García Fuentes